En el Evangelio de Juan capítulo cuatro leemos de una conversación entre Jesús y una mujer samaritana. Cuando la mujer muestra su escepticismo hacia la persona de Jesús durante su discusión sobre el agua que ella saca del pozo en Sicar y el agua viva que Jesús le ofrece, Jesús responde a la mujer así en los versículos 13-14: «Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed, mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.»
En su respuesta al escepticismo de la mujer samaritana Jesús contraste el resultado temporal de beber agua del pozo en Sicar con la consecuencia eterna de recibir el agua viva que él le ofrece a ella. El pozo de Sicar puede satisfacer la sed, pero no puede evitar que se vuelva. El agua viva que Jesús da es tal que para el que lo recibe no tendrá sed jamás. El agua viva llega a ser en la persona que lo recibe una fuente de agua que salte para vida eterna. La vida que Jesús da por el Espíritu Santo no es estática. Es mucho más que una simple entrada al nuevo estado; lo de ser salvo en lugar de ser perdido. Es una vida abundante a que el Espíritu Santo y vivo testifica por dentro.
Jesús dice en Juan 7.38, «El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.»
La fuente de vida es una nueva iniciativa para comenzar una iglesia protestante en El Ensanche de Vallecas para la gloria de Dios en colaboración con la Iglesia Bíblica de la Gracia situado en Vicálvaro (Madrid).