
¿De dónde viene la alegría? ¿Cómo podemos encontrar el gozo en medio de las dificultades? ¿Cómo podemos resistir la tendencia al dejar que los altibajos por los que pasamos de día a día nos roben del contentamiento?
El insomnio, el enfadado, la incertidumbre de cómo conducir la vida cuando todo nos parece en contra, la lucha para mantenerse optimista …
La monotonía y la falta de variedad que produce el aburrimiento y cansancio pueden quitar la alegría y el gozo. Una rutina monótona y un horario que se repite todos los días pueden dejarnos indiferente. No queremos que estos altibajos y los sentimientos nos quiten nuestro gozo desde el más joven hasta el menos joven.
El Salmo 122 es un himno de ascenso gradual. Los Salmos de acenso servían para ayudar a Israel preparar el corazón para alabar al Señor. Mientras que las tribus de todas partes de Israel subieron a Jerusalén para celebrar los varios días festivos durante el año, cantaban estos himnos para preparar su corazón para alabar el nombre del Señor en el templo.
Años más tarde, estos Salmos también ayudaban al remanente de Judá, durante los años de su cautividad en Babilonia. La memoria que tenían la gente mayor de los tiempos pasados cuando subieron con sus familiares al templo para adorar al Señor les habría traído nuevo gozo en medio de su cautividad.
Pues, para los cautivos en Babilonia, el templo y la ciudad estaban en escombros. Fueron destruidos el día en que Babilonia llevó a Judá y a Jerusalén a la cautividad. El himno del Salmo 122 les ayudaba levantar sus ojos de sus circunstancias y edificar su gozo encima de un fundamento firme.
En Dt 12.4-14 Dios habló a Moisés acerca de un lugar donde las tribus de Israel podrían subir y adorar a su nombre. Podemos ver la importancia que Jerusalén tuvo para la fe de Israel y como Jerusalén fue el fundamento de su regocijo. También a la luz del evangelio la singularidad del lugar nos hace pensar en la singularidad de Jesús (Jn 14.6)
Luego en 2 S 6.12-23 leemos que David llevó el arca de YHVH a Jerusalén y en el siguiente capítulo en 2 S 7.16 Dios confirmó su pacto con David. Cuando David llevó el arca de YHVH a Jerusalén y YHVH hizo pacto con él y su descendencia, ocurrió un evento muy importante tanto para Israel en aquel entonces como para nosotros hoy.
Se unieron el trono de David con el trono de YHVH. Así que Jerusalén y el templo ocuparon una identidad singular y apuntaba al trono del Mesías. Así Jesús pudo decir a los discípulos en el camino a Emaús en Lc 24.44, “Que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, y en los profetas, y en los salmos.”
Nuestra salvación depende de que nuestra fe está fundada sobre un fundamento firme. YHVH mostró a Israel al Cristo bajo símbolos y figuras. El templo en Jerusalén servía a Israel durante el reino de David y también al remanente de Judá cuando todos sufrían la cautividad en Babilonia para mantener su fe en YHVH y últimamente en el Mesías que YHVH prometió que enviara.
Así que Salmo 122 es un himno que nos recuerda que Dios mismo asegura nuestra alegría. El Salmo 122 servía para fortalecer los corazones y la fe de los judíos y sirve a nosotros así también. Salmo 122 da el fundamento que garantiza la alegría de su pueblo.
La primera pregunta en El Catecismo de Westminster es la siguiente:¿Cuál es el fin principal del hombre? Y su respuesta es: El fin principal del hombre es el de glorificar a Dios, y gozar de él para siempre.
En los vv.1-2 podemos oír la alegría del salmista y a lo mejor también podemos sentirla en nosotros mismos.“Yo me alegré … Nuestros pies estuvieron …” El destino, la casa de YHVH, el templo, llenó el corazón del peregrino con alegría. El nombre de Jerusalén significa “fundamento de paz” y en el Salmo 122 el Salmista hace un tipo de juego de palabras con el nombre de la ciudad donde está también el templo.
Obviamente el Salmista expresa su gozo, su contentamiento cuando recordaba al culto corporal de la congregación en el templo. Había cruzado quizá mucho distancia para llegar. El camino había sido duro y también las pruebas sino que cuando recordaba el fundamento de su fe se alegraba estar dentro de las puertas de Jerusalén. A lo mejor el uso del pasado expresa recuerdos de días pasados. A lo mejor podemos identificar con el Salmo 122 cuando recordamos como nuestros pies estuvieron dentro del culto de a iglesia y adoramos juntos. Que no perdamos la ilusión de reunirnos como la congregación del Señor y estar juntos para dar culto al Señor.
Un detalle que vemos en estos primeros versículos es que para el Salmista puede decir igualmente que sube al templo o a la ciudad de Jerusalén. Es decir para él puede decir Jerusalén o la casa de YHVH. Cuando subieron las tribus de Israel a Jerusalén, subieron a la casa de YHVH. Como hemos leído en Dt 12.4-14, el hecho de que YHVH eligió un lugar singular donde Israel podía ofrece sus sacrificios, la singularidad de lugar fue la fuente del gozo y paz de su pueblo.
Y el resto del Salmo 122 forma un himno que expresa con símbolos y figuras como la ciudad era el fundamento de alegría para Israel. También damos cuenta en la manera que comienza el himno y como termina. Comienza con el peregrino expresando su alegría como individuo. Termina en una oración por todo la congregación de Dios en los vv.6-9. Su alegría le llevó a mira a fuera, fuera de sí mismo por el bien de todo el pueblo de Dios.
Como creyentes tenemos la misma perspectiva como el Salmista porque nos preocupamos por el bien de toda la iglesia. También a continuación vemos que nuestra alegría no tiene su origen en nosotros mismos sino es el fruto de fijar nuestra fe en un objeto. Y el objeto de nuestra alegría determina si nuestra alegría se mantiene firme y aguanta pase lo que pase.
Dios mismo asegura la alegría del Salmista a darle el objeto suficiente para su fe y confianza. Así que el primer detalle que el himno menciona es que la alegría está fundada sobre un fundamento fiel en el v.3. En el v.3 la atención del peregrino se enfoque en la seguridad que el fundamento de Jerusalén representaba para su fe.
A mí personalmente me encanta grandes ciudades como Madrid. Cuando subo a Madrid por A3 y veo la grandeza de la ciudad me ilusiona. Hay tanta actividad y vida. Hay mucha gente y muchos lugares de hace la compra. Pues, para los judíos que subieron a Jerusalén cantando el Salmo 122 su sensación fue diferente.
Para ellos, al mira a Jerusalén desde afuera, se regocijaron por la fuerza y la seguridad que les daba Jerusalén. Allí se sienta el rey en su trono. Se encontraron protección dentro de sus muros cuando habían amenazas. Miramos en el Sal 48.12-14 – Jerusalén representaba a Dios para las tribus de Israel. Sin embargo la nación cayo en pecado y rebelión contra Dios. Dios le envió a la cautividad. Seguramente los fieles aprendieron en la cautividad que Dios no estuvo atado a un lugar sino que estaba también con ellos en Babilonia.
Después de 70 años Dios le restauró a Jerusalén y el templo. Luego vino Jesús al templo, y habló de que destruiría este templo y lo restauraría en tres días. Sus discípulos aprendieron que habló de su cuerpo. Así Jesús asegura la salvación de su pueblo. Así que los Apóstoles anunciaron que nuestra seguridad se encuentra en el Señor (cp Ef 2.4-6).
Ahora el creyente peregrino se levanta sus ojos y mira a Cristo el autor y consumidor de la fe (Heb 12.1-2). Los Apóstoles creyeron que Jesús es el fundamento de la nueva y la mejor esperanza (1 Co 3.11). El templo edificado en el monte de Sion servía para que la fe de su pueblo quedaba fijada en Dios. Así que ahora tenemos un mejor fundamento no hecho de piedras sino a Jesús el fundamento fiel de nuestra salvación.
El segundo detalle que celebra el himno del Salmo 122 es que todo lo que representaron los sacrificios y ofrendas de paz en el culto del templo garantizaron la alegría de los fieles de Israel.
En el v.4 el Salmista se acuerda del culto que daban en el templo. El recuerdo de llevar al templo sus holocaustos, sus sacrificios, sus diezmos, y ofrendas, su votos, sus ofrendas voluntarias, y la primicias de sus vacas y de sus ovejas, y comer allí delante de YHVH, y el regocijo de toda las familias de Israel seguramente llenó a los judío de cautividad gran alegría (véase Dt 12.4-14). Las tribus subieron al templo no por su propia decisión sino porque YHVH les ha invitado. Dice el himno, “Conforme al testimonio dada a Israel” ( véase Dt 12.4-14).
Ahora sabemos que todo el culto del templo tuvo el propósito divino de fijar la fe de Israel más allá de vacas y ovejas hacía su cumplimiento en el Cristo. El Apóstol dice en Heb 9.11-14 que ahora Cristo es el mejor sacrificio por el pecado. Jesús, según Mt 26.26-28, mientras que comían decía a sus discípulos, «Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.»
Así que, YHVH mostraba a su pueblo antiguo bajo figuras para que su fe se fijara en el sacerdocio venidera de Cristo. Ahora, tenemos un mejor sacerdocio que ofreció un mejor sacrificio, Jesús que es el fundamento firme y garantiza nuestra alegría en todo tiempo.
Así que tenemos un mejor fundamento y un mejor sacerdocio en que nos alegramos.
El tercer detalle que celebra el himno de Salmo 122 es el orden civil y el trono de la casa de David. En el v.6 el Salmista canta de las sillas del juicio y los tronos de la casa de David. Cuando un Judío sufrió una injusticia podía subir a la puerta de la ciudad de Jerusalén donde se sentaba los ancianos del pueblo. Estos ancianos juzgaban los casos que sufrían el pueblo. Cuando una situación se presentaba que estuvo de mayor dificultad, el pueblo llevaría su juicio delante del rey. Un ejemplo es cuando las dos mujeres que discutían sobre un niño presentaron su situación delante del rey Salomon en 1 R 3. Así que el orden civil y los tronos de la casa de David aseguraban la justicia para el pueblo. Y esta justicia garantizaba su contentamiento.
Pues, hermanos, ahora tenemos una justicia mucha mejor, Jesús que por su obediencia, por un vida sin pecado, estableció la justicia de Dios para nosotros. Isa 42.1-4 dice, «He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones. No gritará, ni alzará su voz, ni la hará oír en las calles. No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia. No se cansará ni desmayará, hasta que establezca en la tierra justicia; y las costas esperarán su ley.»
El Apóstol se regocijó en Ro 3.21-22, «Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia,» y en Ro 8.1, «Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.»
Así que tenemos un mejor fundamento, un mejor sacerdocio y una mejor justicia en Cristo Jesus que garantizan nuestro gozo y alegría pase lo que pase. Y cuando nuestra vida está cambiado y fijemos en el fundamento de Cristo, nuestra fe produce en nosotros una alegría que nos lleva a amar a la iglesia de Dios y orar por la paz de todo el pueblo según Salmo 122.8-9.
Que resistamos el pesimismo y dejar que la seguridad, el sacerdocio y la justicia que Dios nos a concedida en Cristo sean el fundamento de nuestra alegría.
Este es las buenas nuevas que la nueva iniciativa de la iglesia protestante en El Ensanche de Vallecas anuncia a todo hombre y mujer; niño y niña. El mensaje que Jesucristo es el Hijo de Dios que vino para identificarse con los que le aman y para dar su vida en rescate de muchos.