El Salmo 121 es una joya …

El Salmo 121 es uno de los quince Salmos de ascenso. Dicen que los judíos cantaban estos Salmos cuando subían a Jerusalén para adorara a Dios.

Sin embargo por causa de su pecado, Dios les envió al cautiverio en Babilonia. Aunque servían a Israel durante los reinos de David y Salomón, servían también al pueblo de Judá durante de su cautividad en Babilonia.

Mientras que estuvieron en Babilonia como pueblo de Dios anhelaban volver a Jerusalén y reunirse en el templo. Anhelaban congregarse y dar culto a YHVH. Anhelaban a abrazar unos a otros y dar besos y abrazos y cantar himnos juntos como hicieron antes. Pues, Dios en su sabia, santa y poderosa providencia dio este himno a David ante mano para que cantara su pueblo también en su momento más difícil.

El Salmo 121 servía en los tiempos de la cautividad para fortalecer y establecer la congregación de Judá en la fe común que Dios le había entregado. Los montes alrededor de Jerusalén dieron la sensación de seguridad a sus habitantes. Sin embargo cuando el Salmista alzó sus ojos a estos montes y preguntó, ¿De dónde vendrá mi socorro? Su repuesta fue enfática, “Mi socorro viene de YHVH.”

El Salmista y luego el remanente de Judá no buscaban su socorro en sus circunstancias sino en Dios. Que los montes que podemos ver cerca de Madrid nos recuerden clamar a Dios y confesar juntos que nuestro socorro viene de YHVH.

Fijémonos en lo que el himno dice a continuación, “Mi socorro viene de YHVH QUE HIZO LOS CIELOS Y LA TIERRA.” El Dios que hizo el Pacto eterno con su pueblo, YHVH, quien con su poder hizo los cielos y la tierra, es el socorro de sus hijos. En las Escrituras, el recuerdo de que Dios es Creador fue el estandarte de su pueblo. Isa 37.16 dice, «YHVH de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra.» (Sal 121.2) Tanto en el AT como en el NT los santos confesaron que el Creador de los cielos y la tierra es poderoso para venir al socorro de sus hijos cualquiera que sean sus circunstancias.

Cuando Pedro y Juan estuvieron en la cárcel por haber predicado a Jesús, los discípulos oraron así en Hch 4.24, 29-31, «ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.» Jesucristo, el Señor es Dios.

Así que vemos en los vv. 1-2 (Sal 121.1-2) que Dios es el socorro de su pueblo. Luego en los vv.3-6 vemos que Dios es el guardador de su congregación también. Fijémonos en dos detalles a partir del v.3: 1) la palabra guardar se repite 6 veces en los vv.3-8; 2) hay un cambio de persona entre los vv.1-2 y el resto del Salmo. Los vv.1-2 están en la primera persona mientras que los vv.3-8 están en la segunda persona. Es como si que después de que el Salmista confesara a Dios como su socorro una voz desconocida le respondiese en los vv.3-8 para fortalecerle y establecerle en su confesión de confianza en Dios.

Que seamos nosotros y cada uno esta voz para nuestro hermano de fe. Que cuando confiesa un hermano en medio de su aflicción que Dios es su socorro que le respondamos de la misma manera: Y Dios “no dará tu pie al resbaladero … Sal 121.3-8. Los vv.3-6 enfatizan que Dios es el guardador de su congregación.

Fijémonos. Dios “no se dormirá, no se adormecerá ni dormirá” (vv.3-4). Estás expresiones implican la idea de que Dios está atento en todo momento a todo posible peligro que podamos enfrentar a lo largo de nuestro peregrinaje por este mundo.

Luego en los vv.5-6, “YHVH es tu sombra a tu mano derecha.” El sol ni la luna te fatigarán. El Salmista sabía que su Dios estaba cerca a él y le guardaba en la totalidad de su vida diaria; desde la salida del sol hasta su acaso. Así que todo el día Dios está con nosotros. Así que Dios fue el socorro del Salmista según los vv.1-2 y fue su guardador según los vv.3-6.

Ahora el Salmista testifica también el los vv.7-8 que Dios le preserva. El himno del Sal 121 termina con el cuadro de que YHVH es el eterno guardador. Según el v.7 YHVH es tu guardador; El guardará tu alma. En medio de un mundo caído y lleno de peligros, Dios es poderoso para guardar a sus hijos sin caída (Jud 24). Dios nos guardará en medio de las diversas pruebas de la vida. Gracias a Dios que el Señor sigue cumpliendo su poder para guardarnos hoy.

El autor de Hebreos anuncia en Heb 4.14-16, «Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.»

Así que vive para siempre para venir a nuestro socorro. Pedimos oración unos por otros. Y es importante que oremos unos por otros. Que también seamos conscientes que Jesús vive siempre para intercede por nosotros (Heb 7.24-25).

Estos dos textos de Hebreos nos recuerdan que somos salvos por la fe en Jesucristo, quien se identificó con nosotros siendo encarnado para vivir una vida sin pecado para que podamos ser vestidos con su justicia delante del Padre. Fue crucificado para la remisión de pecado y se resucitó para nuestra salvación (1 Co 15). Por Dios Padre estamos en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría para salvación, justificación, santificación y redención (1 Co 1.30).

Así que el Sal 121 nos testifica de tres verdades:

1) Dios es nuestro presente socorro

2) Dios es nuestro presente guardador

3) Dios nos preserva nuestra salida y nuestro entrada para siempre

Que estas verdades sean nuestro consuelo y que nos sirvan para fortalecernos en la fe y la paciencia al enfrentar a los peligros y a los diversas pruebas de la vida.

Cariñoso Salvador

Otro asilo ninguno hay;

Indefenso acudo a ti;

Mi necesidad me trae, porque mi peligro vi.

Solamente en ti, Señor, creo hallar consuelo y luz;

Vengo lleno de temor a los pies de mi Jesús.

Este es las buenas nuevas que la nueva iniciativa de la iglesia protestante en El Ensanche de Vallecas anuncia a todo hombre y mujer; niño y niña.  El mensaje que Jesucristo es el Hijo de Dios que vino para identificarse con los que le aman y para dar su vida en rescate de muchos.

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