OH SENÓR, ayúdame a acercarme a ti con una visión adecuada de tu naturaleza, tu forma de obrar y tus propósitos. Tú habitas la eternidad, y mi vida no es nada ante ti. Tu moras en el Cielo más alto y este no puede contenerte; yo , sin embargo, vivo en una casa de barro. Tu poder es omnipotente; y yo quedo aplastado antes que la polilla. Tu comprensión es infinita; yo no sé nada como debiera. Tú no puedes contemplar el mal; yo so vil. Que, en mi ignorancia, mis debilidades, mis miedos y mis depresiones, el Espíritu ayude mis flaquezas con una provisión de sabiduría, fortaleza y consuelo. Hazme estudiar mi carácter fielmente, tener la disposición de exponerlo a la luz, observarme en los momentos de dificultad, juzgar la realidad y el grado de mi gracia, considerar cómo he caído en una trampa o he sido derrotado. Haz que jamás confíe en mi corazón, jamás me ampare en experiencias pasadas, jamás magnifique cualquier determinación presente, sino que me fortalezca en la gracia de Jesús: que sepa cómo aliviar mi conciencia culpable sin sentirme reconciliado con mis imperfecciones. Susténtame en medio de mis dificultades y mejórame con ellas; dame gracia para confiar en ti, y certeza de mi liberación. Que siempre combine tu majestad y tu misericordia, y conecte tu bondad con tu grandeza. Entonces, será cuando mi corazón se regocije siempre en alabanza a ti. (de El Valle de la visión: Antología de oraciones y devociones puritanas)